05 septiembre, 2013

La encrucijada.

  Llega un momento en que uno puede mirarse al espejo y contemplarse. ¿Es que basta con ser uno mismo? 

Desde la distancia, que no sé si es una vibración superior, se contempla el tronar del oleaje desde el vuelo de la gaviota. 


Al menos, vivir desde el ser uno mismo, más auténtico, con el corazón más limpio, se acerca a vivir en el descanso de lo que llamaría paz.

Las maldades, los sinsentidos, las malas emociones y vibraciones de otros, de pronto no desaparecen, pero se da uno cuenta que siempre han estado ahí y ahí seguirán.  Y en cierta manera de ese sitio no se moverán, es decir, no forman parte de mi yo genuino.

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